Cavidad Oral

Cavidad Oral

Comenzamos nuestro viaje microscópico a través del tracto digestivo con la cavidad oral.

Analizaremos los distintos componentes que rodean y recubren nuestra boca hasta llegar a la orofaringe, donde continuaremos con el esófago. Lubrificaremos y machacaremos la comida para poder empezar la digestión de algunas sustancias.

Histología General de la Cavidad Oral

Para comenzar nuestra travesía a través del tracto digestivo, tenemos que tener claras 3 cosas:

  • La parte más externa del tubo es el lumen, ya que está en contacto directo con el exterior. Presentará un tapizado de mucosa.
  • Hay especializaciones del epitelio en algunos lugares, aunque los vamos a ir comentando conforme aparezcan.
  • Como el tubo está conectado con el exterior, existirá un importante componente linfoide y humectante.

La cavidad oral está cubierta por una mucosa muy característica. Tiene un epitelio plano estratificado no queratinizado, aunque más adelante veremos que en las encías, el paladar duro y en algunos casos en el dorso de la lengua, encontramos epitelio plano estratificado queratinizado. Así, distinguiremos una mucosa oral y una mucosa masticatoria, respectivamente.

Encontraremos numerosas glándulas de carácter lubrificante en la submucosa de las paredes de la cavidad oral.

Histología de los Labios y las Mejillas

Los labios representan las transición piel-mucosa. Vamos a encontrar un cambio en el epitelio, que pasa de ser plano estratificado queratinizado a plano estratificado no queratinizado.

En el borde libre del labio o bermellón, encontramos una coloración más rojiza debido a que el componente vascular es muy superficial en esta zona, por lo que un pequeño corte puede producir sangrado abundante. Un par de peculiaridades que encontramos en el labios son las papilas conjuntivas, que consisten en una proyección del tejido conjuntivo de la lámina propia que se introduce en el epitelio; y a veces, manchas de Fordyce, que se pueden encontrar en las comisuras de los labios.

Las manchas de Fordyce también pueden aparecer en las mejillas, ya que simplemente son pequeños acúmulos de glándulas sebáceas.

Las mejillas tienen la mucosa oral típica, con algunos acúmulos de glándulas salivales menores.

La capa muscular profunda que podemos ver en ambas regiones anatómicas está compuesta por músculo estriado; ya que se corresponden al m. orbicular de los labios y m. buccinador, respectivamente.

OJO: hay que recordar las capas de la mucosa típica:

  • Un epitelio característico.
  • Lámina propia o corion, que es una capa de tejido conjuntivo denso.
  • La muscular de la mucosa o muscularis mucosae.

Histología de la Lengua

Si queremos enfocar bien el estudio de la histología de la lengua, debemos diferenciar sus partes:

  • El dorso, que contiene el epitelio especializado.
  • El vientre, que tiene un epitelio bucal muy fino y vascularización superficial (por esto los fármacos debajo de la lengua se absorben tan rápido).

El tercio posterior de la lengua conforma su raíz, que tiene un acúmulo linfático denominado amígdala lingual. Esta aglomeración de nódulos linfoides se encuentra en la lámina propia, lo que hace que el epitelio se eleve y tenga una forma más abultada.

Las amígdalas palatinas también se sitúan en la cavidad oral, pero al tratarlas en el apartado de Sistema Linfoide, solo se mencionarán por aquí, ya que la amígdala lingual sigue su estructura típica, pero sin tener los elementos tan definidos. Junto a las amígdalas palatinas, tubáricas y adenoides, conforma el anillo linfático de Waldeyer, que constituye el primer mecanismo de defensa inmune de nuestro organismo frente a cualquier agente patógeno o irritante que entre en nuestro cuerpo, ya sea por vía oral o aérea.

Las glándulas salivales linguales se explorarán en el apartado de Glándulas Anejas.

Las famosas papilas gustativas se encuentran en el dorso de la lengua, y se trata de elevaciones del epitelio y de la lámina propia. Verdaderamente, el nombre engaña, pues no todas tienen botones gustativos, que son especializaciones del sistema nervioso que se encuentran en el epitelio. Con el roce de los dientes y de las paredes de la boca, estas papilas pueden queratinizarse como método de protección, aunque esto no suele alterar la percepción de sabores.

  • Papilas filiformes. Cónicas, con el ápice dirigido hacia la raíz para movilizar el alimento y recubiertas por epitelio plano estratificado no queratinizado. Paralelas a la V lingual y no presentan botones gustativos.
  • Papilas fungiformes. Con forma de seta y botones gustativos apicales.
  • Papilas foliadas. Rectangulares, situadas en los lados de la lengua y cerca de la V lingual. Se pierden con la edad y tienen botones gustativos en los laterales.
  • Papilas circunvaladas. Hay entre 7 y 10, delante del surco terminal. Tienen una hendidura que las rodea y donde desembocan las glándulas de Von Ebner (serosas). Tienen botones gustativos en los laterales.

Histología del Diente

Todos sabemos que hay dos denticiones a lo largo de nuestra vida. Tenemos una decidua o de leche, que es la que tenemos cuando somos pequeños; y la permanente, que una vez se pierde, no se recupera.

El diente está compuesto por tejidos calcificados. La porción interna contiene la dentina, que es tejido conjuntivo calcificado; mientras que la parte que se proyecta hacia la boca, el esmalte, es tejido epitelial calcificado. La zona de unión entre el hueso alveolar y el diente en sí mismo se denomina cemento, y también es tejido conjuntivo calcificado.

Cada pieza dental tiene un agujero en la raíz, denominado agujero ciego, por donde los vasos y nervios (plexo nervioso de Raschkow en humanos) penetran a la pulpa, que es la porción «viva» (contiene fibroblastos estrellados, por lo que hablamos de tejido conjuntivo laxo). Tiene sentido que no tengamos inervación en el esmalte, porque si ese fuera el caso, rabiaríamos de dolor cada vez que masticamos algo.

Existe un conjunto de estructuras que se abordarán más adelante, denominadas periodonto. Es un sistema de fijación y protección del diente en el espacio alveolar mediante una serie de ligamentos y prolongaciones conjuntivas.

La unión esmalte-cemento (cuello o línea cervical) divide el diente en una corona y una raíz, que se enfrentan a la boca y al hueso alveolar, respectivamente. Sin embargo, la corona anatómica no es visible al completo, pues está cubierta por un collar de mucosa masticatoria, que se puede retraer ligeramente (encía).

Así, a la corona que se puede ver durante una exploración se la denomina corona clínica.

Dentina y Odontoblastos

Se trata de la masa central del diente. Está compuesta al 70% por cristales de hidroxiapatita orgánica o fosfato cálcico, al 20% de colágeno tipo I y al 10% de agua; además de algunos proteoglicanos y glicoproteínas (DPP y DSP). Cabe destacar la presencia de las líneas de Von Ebner, que aparecen en la dentina por su crecimiento periódico.

El odontoblasto tiene su cuerpo situado en la pulpa, mientras que una prolongación se extiende a través de un canal labrado en la dentina (túbulo dentinal) hasta la unión dentina-esmalte. La zona intertubular está mucho más mineralizada que la peritubular y que la predentina (cerca de la pulpa). En ellos encontramos los cuerpos de Ábaco, vesículas con haces de fibras colágenas con acúmulos de calcio interpuestos.

Los odontoblastos se mantienen toda la vida, por lo que la dentina es regenerable; y al estar inervada la pulpa, también es sensible.

Esmalte y Ameloblastos

Es el tejido más duro del cuerpo, ya que está compuesto al 96% por fosfato cálcico, al 3% por el conjunto de condroitín sulfato, emelinas, amelogeninas, ameloblastinas y tuftelinas; y solo por un 1% de agua. También tiene estrías de crecimiento discontínuo (estrías de Retzius), tan únicas como las huellas dactilares y de interés forense.

Los ameloblastos tienen un cuerpo que se dirige al exterior un la prolongación de Tomes, que penetra el esmalte. Los cristales de fosfato cálcico se organizan en forma de prismas o bastoncillos, que en la zona de la dentina se denominan penachos de Linderer. Al corte transversal, tienen forma de ojo de cerradura, y presentan una ondulación longitudinal (estrías de Hunter-Schreger) debido al balanceo de los ameloblastos en el crecimiento.

Los ameloblastos solo están activos durante el crecimiento del diente, por lo que las lesiones solo son regenerables durante el crecimiento. Tras él, degeneran y mueren.

Histología del Periodonto

Para hablar del periodonto, debemos diferenciar las funciones de sus elementos para poder organizarlos en dos grandes grupos:

  • Periodonto de inserción. Se trata de aquellos elementos que ayudan a que el diente permanezca en su sitio. Lo componen el cemento, el ligamento periodontal y el hueso alveolar.
  • Periodonto de protección. Se trata de aquellos elementos que ayudan que no se dañe la raíz y la pulpa del diente, así como los elementos del periodonto de inserción. Lo componen la encía y la unión dentogingival.

Cemento

Está formado por los cementocitos. Entre el 50%-60% de fosfato de calcio; aunque también contiene osteonectina, osteopontina, condroitín sulfato y colágeno tipo I. Si se encuentra cerca de la raíz se denomina cemento celular, mientras que si está en la parte más apical, es cemento acelular.

Los cementocitos están en lagunas, con ramificaciones que no los conectan entre sí. .

En la parte más externa, existen cementoblastos, que están en contacto con el ligamento periodontal. El cemento es regenerable toda la vida y avascular.

Ligamento periodontal

Constituido por haces muy densos de fibras colágenas que saltan del cemento hasta el hueso (fibras de Sharpey), contiene fibronectina y tenascina.

Cumple una función de “balanceo”, ya que hace que el diente se adapte mucho mejor a las presiones, ya que cuando se presiona hacia abajo durante la masticación, el ligamento estira de él hacia arriba, como si fuera una cama elástica.

Presenta fibroblastos capaces de producir y absorber fibras elásticas, para adaptarse mejor a los eventos que le ocurran al diente.

Hueso alveolar

Se trata de hueso compacto que reviste un interior de hueso trabecular.

Anatómicamente, se corresponden a los huesos maxilares y a la mandíbula, dependiendo de si hablamos de la dentición superior o inferior, respectivamente.

Encontramos los elementos típicos del tejido óseo, como los osteocitos y los osteoblastos.

Uno de los elementos que nos puede indicar que nos encontramos en la dentición inferior es que podemos ver la arteria alveolar inferior en el conducto mandibular.

Encía

Mucosa masticatoria que forma un collar o rodete alrededor del diente para proteger el cuello del mismo, por lo que hablamos de un epitelio plano estratificado queratinizado.

Comprende desde el borde gingival libre hasta el surco mucogingival, donde se diferencia la mucosa masticatoria a mucosa bucal.

Entre ambos se sitúa el surco marginal.

Unión dentogingival

Une la encía a la pieza dentaria. Es la zona interna del borde libre hasta el nivel del cuello (surco gingival), y presenta epitelio plano estratificado no queratinizado.

Diferenciamos el epitelio del surco (plano estratificado no queratinizado) del epitelio de unión, que se une íntimamente al esmalte.

La membrana basal que se sitúa debajo del epitelio se refleja y se adhiere al esmalte

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